La leyenda de la lechera
Cuenta la leyenda que hubo un rey en el
norte de la India
que cierto día regaló a su adorada esposa un precioso collar de perlas para que
ésta pudiera lucirlo durante la celebración del Diwali. Pero he aquí que, al
día siguiente, y mientras la
afortunada se bañaba en el río, un cuervo osó atrapar dicho collar con su pico
y desaparecer con él en el inmenso cielo. Tal fue el disgusto de su esposa que
el rey, ansiando consolarla de cualquier manera, ordenó a sus hombres que
recorrieran todo el reino prometiendo una suculenta recompensa a quien lograra
recuperar joya tan preciada.
El ave
ladronzuela, por otra parte, quien sabe con qué propósito, dejó caer el collar
en un barrio muy pobre, concretamente muy cerca de donde vivía una lavandera
que así, de pronto, se encontró con él en las manos.
Poco tardó la
humilde joven en presentarse ante el Rey y devolver el botín robado. Pero no
quiso reclamar recompensa por ello, para sorpresa del monarca, sino que rogó
que aquella noche, punto de partida de las fiestas del Diwali de ese año, todas
las luces del reino fueran apagadas quedando tan sólo encendidas las lámparas
de aceite de su casa. Esperaba así ser vista y escuchada por fin por Lakshmi,
diosa de la buena suerte y de la prosperidad.
Y llegó la
noche, y su deseo fue concedido. Todo el reino quedó a oscuras, todo excepto el
pequeño hogar de la joven lavandera. Así, cuando Lakshmi apareció para honrar a
todos aquellos que cada año celebraban su existencia, sus ojos sólo pudieron
fijarse en aquella humilde casita.
Pero he aquí
que cuando la diosa tocó a la puerta de la lavandera, tras abrir, ésta le dijo
que sólo la dejaría entrar si prometía quedarse en ella durante las próximas 7
generaciones. La diosa Lakshmi, emocionada ante una fe en ella tan profunda, no
pudo sino aceptar sumamente complacida. Así la lavandera dejó atrás su vida de
pobreza y durante 7 generaciones sus descendientes fueron los más afortunados y
prósperos del reino
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